La aralia puede llegar a alcanzar hasta cuatro metros de altura en exteriores, mientras que, en interiores, suele rondar 1 y 2 metros. Presenta tallos erguidos y gruesos, con grandes hojas verdes, brillantes y palmadas compuestas por siete u nueve lóbulos.
En su etapa adulta, produce inflorescencias blanquecinas en otoño que contienen unas pequeñas flores de color crema, seguidas de racimos de bayas negras que cambian de tonalidad a medida que maduran (en un principio tienen una tonalidad verde).
La aralia o Fatsia japonica puede tolerar condiciones de poca luz, pero su crecimiento será más exuberante y denso si recibe luz directa. Sin embargo, es importante evitar la exposición directa al sol, ya que puede dañar sus hojas verdes. Por lo tanto, si decides cultivarla en exteriores, asegúrate de hacerlo en áreas sombreadas.
Es importante regar la aralia o Fatsia japonica de forma moderada, evitando siempre cualquier exceso de agua ya que esto podría desembocar en problemas como la pudrición de raíces y el desarrollo de enfermedades causadas por hongos. Es importante encontrar un equilibrio.
Cuando observemos el crecimiento de nuevas hojas, podemos aumentar ligeramente la frecuencia de riego. Teniendo en cuenta su origen, agradecerá también pulverizaciones periódicas en sus hojas.